La necesidad de que el CMC se convierta en el rector de la medicina en Costa Rica.

No hay duda de que la medicina costarricense, grosso modo, es muy buena y excelente, pero no se puede decir lo mismo del 100% de los médicos. Hoy, ante la diversificación de la medicina y la cirugía en tantas ramas y subramas, es cada vez más difícil tener el médico clínico ideal. La cirugía es una especialidad (cualquiera de sus ramas) y por eso cada vez está más en manos de médicos especializados. Ahora bien, no todo es operar, el acto operatorio o quirúrgico, es relativamente fácil para el médico especializado, en este sentido es relativamente poco lo qué hay que agregar a lo que se ha logrado, el problema es que tengamos excelentes clínicos en la medicina general, el que ejerza una buena medicina tendrá su premio, el que vaya a la especialidad irá sobrado. Gracias a muchos médicos se pudo ir mejorando la elección de candidatos a especialidad y los exámenes durante la especialización, yo al menos me gané la rifa: fui el primer ortopedista que tuvo que hacer examen ante un jurado de cinco jefes de servicio de los hospitales centrales. Esto se me notificó pocos días antes de terminar mi especialidad, algunos inicialmente nos revelamos por considerar esa medida como extraoficial, el SEP o sistema de estudios de postgrado de la U.C.R. había aprobada un programa de especialización con exámenes todos los viernes orales y al final de cada año el teórico práctico.
Cuando vi que nos saldría muy cara y larga la lucha con abogado, entonces pedí fecha, yo sabía que ninguno de mis examinadores podría reprobarme, me sabía de memoria los principales textos de la especialidad en adultos y niños. Un examinador, que ya goza de la vida eterna, se cebó contra mi con preguntas fuera del temario general de cuatro años. Ante preguntas tan complejas, dos de los otros examinadores le llamaron la atención y rectificó las preguntas.
Después me envió sus disculpas con un mandadero, ya yo no estaba para sentir disgusto, había aprobado mi examen muy bien, por qué no dudé de presentarme a examen, por una simple razón: mi profesor el Dr. Alfredo Blanco Arroyo era un estudioso y el principal gestor de esas políticas de control de calidad. Yo me había formado con él y no había un tema en la especialidad entera que no dominara bien, ahora muchísimos años después, agradezco profundamente haber sido su discípulo, y no sencillo, sino uno de los mejores según su propia expresión, y él nunca fue de alabar a nadie. Por otro lado, esos años me reestructuraron mi personalidad, ahora, ya viejo y retirado, sigo leyendo todos los días algún capítulo de la especialidad, además de mi pasión por la literatura, tengo pasión por la ortopedia que aunque ya no la necesite, me hace sentir muy bien, si tuviera que hacerlo lo haría sin temor.
He visto con muy buenos ojos el interés del apreciado Médico Luis Carlos Pastor Pacheco, Presidente del CMC, quien quiere incorporar al colegio la vigilancia por la excelencia académica de las escuelas de medicina. Yo luché con denuedo por esta misma razón, pero por ser de gradería de sol nunca obtuve apoyo ni estaba en condición de imponerla, nunca estuve en posiciones de poder: para bien o para mal.
“Cuando se trata de curar, la desidia en aprender es un crimen”, célebre frase de un médico Alemán del siglo XVII. Cuando uno como médico pasa a ser paciente, ve con muy buenos ojos la excelencia académica, he estado dos veces en problema de salud grave, y en ambas me vi rodeado de médicos excelentes, en la seguridad salud social (CCSS), ¿cómo no desear la excelencia académica?
La proliferación de escuelas de medicina es parte del crecimiento demográfico y de la democratización de la enseñanza, cosa que estoy totalmente de acuerdo en aceptarla, pero regular la incorporación al CMC del producto final de cada escuela.
Quiero narrar algo que me tocó vivir. Una vez le dije a un médico amigo muy competente: “el colegio parece querer joder solo a sus miembros”, el muy respetuosamente me dijo algo que me curaría para siempre: “el colegio de médicos está para garantizar a los costarricenses la calidad de sus profesionales incorporados, no la calidad de los curanderos de la calle, esa es responsabilidad del ministerio de salud y el ministerio público”. Es una verdad de perogrullo.
Estas políticas de excelencia académica, deben alegrar a los buenos estudiantes de medicina, ellos serán los grandes beneficiados, después de los pacientes. Cuando uno estudia no tiene temor a enfrentar nada, la vida y la muerte son nuestro eternos compañeros y esa lucha se torna menos difícil estudiando todos los días. Si un médico no está preparado para estudiar todos los días, que abandone la medicina, sería un gran bien para la humanidad doliente. Quien estudia medicina creyendo que hará dinero, comete el más impráctico de todos los errores: menos de uno de cada cien graduados logran una consulta que dé dinero, mucho menos que eso.
Desde esta tribuna que es el periódico digital ElPaís.cr, felicito al Dr. Pastor Pacheco, se que actúa de muy buena fe y espero logre implementar estas medidas que la posteridad le agradecerá.
Fuente: ElPais